No creo que haga falta presentaciones, hoy estamos de celebración, de aniversario, hace dos décadas de la excarcelación de Nelson Mandela el 11 de febrero de 1990, veinte años que sumados a los veintisiete que estuvo en prisión, le convirtieron en el gran símbolo en la lucha contra el apartheid en Sudáfrica y el racismo a nivel mundial.
Creo que debemos estar agradecidos a este hombre por su fuerza y su lucha, por aportar su granito en la consecución de un mundo más justo, en alcanzar un mejor mundo.
El señor Mandela, entre otros galardones fue premio Nobel de la Paz en 1993, – algo que no creó controversias como pudiera ser el último del 2009 para el Sr. Barack Obama ¿No habría sido más adecuado esperar a la finalización de su mandato? – Asimismo fue Presidente de Sudáfrica desde 1993 a 1999, algo que parece sacado de una película… de una celda a dirigir una nación.
El motivo de la presencia en nuestro blog del Sr. Mandela es sin duda por su carácter de triunfador, su increíble lucha durante toda una vida, su coraje en la búsqueda de un objetivo, su perseverancia pese a estar entre cuatro frías paredes tantísimos años, en definitiva por aglutinar todas las características del «homo exitosus», ¿sigo? Paciencia, fe en si mismo, dar su vida por su pueblo… estuvo apresado, pero no permitió que encarcelaran sus ideas, ni su ilusión…
Para finalizar te quiero adjuntar una bonita reflexión del propio Mandela:
“Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados, nuestro miedo más profundo es que seamos poderosos más allá de cualquier medida.
Es nuestra luz, no nuestro lado oscuro lo que más miedo nos da. Nos preguntamos a nosotros mismos: ¿quién soy yo para ser brillante, bello, con talento y fabulosos?
En realidad ¿quién eres tú para no serlo? El hecho de que juegues a ser insignificante no le sirve de nada al mundo.
No hay nada de iluminado en encogerse para que la gente a tu alrededor no se sienta insegura.
Se supone que todos tenemos que brillar, tal y como hacen los niños. Hemos nacido para manifestar la gloria del Dios que tenemos dentro, y esto no está solo en alguno de nosotros:está en todos.
Y así cuando dejamos a nuestra luz brillar, estamos dando permiso a otros para hacer lo mismo.
Y cuando nos liberamos de nuestro miedo, nuestra simple presencia automáticamente libera a otros»¿No te suponen estas palabras un estimulo para intentar mejorar? Fíjate en su ejemplo, más abajo no pudo estar, pero no permitió que su mente se derrumbase…
si pasas por un mal momento, recuerda su nombre y empuja hacia delante… no permitas que nadie te «encarcele» en ningún aspecto de tu vida, solo tú eres el dueño de tu destino.
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