Siempre se ha dicho que todas las adicciones son malas para el organismo humano (y para el no humano, digo yo) y quizás en nuestro ansia de encontrar el camino, en conseguir que “la fuerza nos acompañe” muchas veces los arboles no nos permiten ver el bosque, o demasiada luz no nos permite disfrutar del magnífico paisaje que tenemos delante.
Esto viene a cuento, a que existen cientos de formas distintas para huir de la realidad, para escondernos de ese viejo amigo nuestro que es el miedo al futuro, a enfrentarnos a los muros que aparecen en nuestro presente, a darnos cuenta de cómo es nuestro propio mundo…
Unos se esconden detrás de bebidas espirituosas, alucinógenos y demás, los hay que se cubren con una manta de infantilismo para no ver y de esta forma regresar a su niñez y no afrontar así los desafíos que les envía la vida, otros… bueno habría mil ejemplos pero solo quiero referirme a un tipo de “droga”… los libros de autoayuda, de desarrollo personal.
¿Por qué digo esto? Simplemente porque uno puede volverse loco leyendo libro tras libro, intentando aprender más, conocer más, abarcar más, pero seamos consecuentes, no puede ser un habito eterno, uno debe formarse, pero también debe aplicar esos conocimientos por pequeños que creamos que son en su vida, alguien sabio dijo “Primum vivere deinde philosophari”, solo de esa manera podremos avanzar hacia delante en nuestro camino hacia al éxito ¡hay que vivir la vida!
El leer muchos de estos maravillosos libros, puede acabar por agotarnos mentalmente, e incluso puede ocurrir que nos enseñen la forma de resolver nuestros problemas por cien vías distintas, pero que se nos cree otro contratiempo grandísimo ¿Cuál elijo?
Primero será el método del gurú de la pócima mágica, luego el que te regala un trozo de kriptonita, luego…¡no eliges ninguno! Pasado cierto tiempo hay que ser consciente de lo que ocurre, que nos estamos engañando a nosotros mismos con más y más lecturas, hay que asimilar que quizás hay que leer menos y actuar más, que posiblemente con cualquiera de esas milagrosas formulas magistrales podamos resolver nuestro problema ¡ que hay que pasar a la práctica ¡yaaaaa!
Posiblemente, solo se trate de simplificar nuestros hábitos (te remito a una lectura de este blog acerca del tema), nuestra forma de vivir la vida, de ser eminentemente proactivos… de enfocarnos en pocos objetivos y de elegir una única forma de encarar los problemas, pero de elegirla con decisión y rapidez.
Nuestra determinación nos ayudará a llegar al objetivo, mucho más que cualquier consejo que recibamos de todas esas lecturas.
Creo firmemente que el que quiera conseguir el éxito, debe acabar siendo autodidacta en métodos y creencias, si unos lo hicieron… ¿Por qué no tú?
Gracias por abrirme los ojos, creo que debo hacer limpia en la biblioteca y centrarme…
Caro Cesare, me vas a arruinar el business my friend…
Totalmente de acuerdo contigo. Los lectores compulsivos de libros de autoayuda son especialmente infelices (supongo que por las expectativas y por una modelización imposible de la existencia…)
Debemos ser como aquel capitan del barco, que después de haber cruzado el Cabo de Hornos innumerables veces, se encerraba en su camarote para leer sus cartas nauticas que guardaba celosamente en un cofre bajo llave… el capitán murió y la tripulación no tardó en buscar aquellas cartas que tal pericia le habían dado. La sorpresa fue mayuscula cuando, abierto el cofre, solo encontraron un papel que decía "Babor = Izquierda, Estribor = Derecha".