Este fin de semana cayó en mis manos una revista americana, donde un artículo capto mi atención, y se ganó también mi corazón.
Este versaba sobre un tipo, que había acumulado una asombrosa fortuna en vida, y cuando se le aproximaba su hora, dijo que le habría gustado haber gastado tanto tiempo en cuidar sus relaciones personales, como lo había hecho ganando dinero.
También añadió que le habría encantado invertir en su corazón de una forma tan agresiva como lo hizo en su patrimonio, y que solo en ese momento, cuando su vida se apagaba, entendía la verdadera riqueza, y esta no aparecía en un extracto bancario.
Dicen que en esos últimos momentos es cuando la lucidez aflora a nuestro ser, apartando de un golpe el ego, orgullos y demás enemigos de nuestra personalidad, y decimos lo que sentimos.
Todos hemos oído historias similares, y cuando nos preguntan por lo que nos importa de verdad en la vida, todos respondemos que nuestra familia y amigos, pero cuando miramos nuestras agendas o vemos quien tiene prioridad cuando el teléfono suena, queda demostrada que una cosa es lo que decimos y otra lo que hacemos.
Con esta crisis que nos ha caído encima – o quizás deberíamos decir que nos hemos volcado nosotros mismos encima – parece que mucha gente ha reculado y se ha dado cuenta de la verdadera importancia de las cosas, o al menos nos hemos acercamos más a lo que realmente deberían pesar en nuestras vidas nuestros seres queridos y por otro lado nuestras posesiones ¿o debería decir ambiciones?
Asegúrate que tu calendario represente las prioridades que deberían ser fundamentales en tu vida, y si debes apuntar en la agenda dos horas después de una reunión importante un paseo semanal por las tardes con un amigo, una cena romántica con tu pareja, recoger todos los días a los niños del colegio, o efectuar una llamada con tranquilidad a tus padres ¡hazlo!
No te estoy diciendo que te olvides de tus obligaciones laborales, simplemente que no confundamos términos, podemos ser perfectamente exitosos en el trabajo o en los negocios, inclusive incrementar nuestro rendimiento si regamos diariamente nuestras relaciones.
Nadie es imprescindible en su trabajo, o negocios, pero ¿eres sustituible con tu mujer, padres, hijos, o amigos? No, ¿verdad? Pues aplícate el cuento, amigo, creo que de esta forma seremos mucho más felices, en casa y en el trabajo.
Genial artículo Cesar, no le damos el valor real a lo que realmente lo tiene.
Un abrazo.
Gracias a ti José por estar ahí y participar comentando los artículos… y si, al menos yo tengo que reflexionar sobre mi agenda muchas veces… ¡Un abrazo!