Dime si tienes alguno de estos síntomas:
¿Te levantas “depre” pensando que tienes que ir a trabajar?¿Miras los neumáticos del coche para ver si hay alguno pinchado y de esta forma llegar tarde a tu trabajo? ¿Te sientas en tu puesto de trabajo sin ganas de trabajar?¿Intentas pasar desapercibido?¿Crees que tu jefe, la empresa y tus compañeros “te tienen manía”?¿Te da igual todo lo que ocurre relacionado con tu trabajo, salvo cobrar a fin de mes?… pues si has contestado que sí, podría asegurar sin riesgo a equivocarme que sufres en algún grado de “despido interior”…
¿Qué es el despido interior? Pues la renuncia a poner empeño en el trabajo, motivado por diversos factores externos e internos. Es una huida interna laboral, significa rendirte, no dar lo mejor de ti en el trabajo porque no ves solución alguna a vencer tu desmotivación laboral, a tu frustración profesional, porque no encuentras sentido a tu trabajo.
Podemos decir que es un problema importantísimo en la sociedad, y más en estos críticos momentos que estamos viviendo: un alto porcentaje de los empleados, superior al 25% tienen bajo nivel de compromiso y casi el 50% de los trabajadores españoles muestran despido interior en distintos grados. Con estos datos ¿podemos salir con rapidez de la crisis? Saca tu conclusión…
Existen diversos niveles desde donde afrontar nuestra vida laboral, de más a menos serían la entrega – queremos demostrar lo bueno que somos – el del compromiso – donde fruto de alguna decepción, damos solo lo que se nos pide, ni un poquito más- el de rutina – donde no somos participativos ni proactivos y nuestra actitud es detectada por la empresa- el de rebelión -contra la organización, contra la empresa, ¡ contra el mundo- y la última, la de resignación, donde ya nos hemos rendido, hemos tirado la toalla.
La suma de vivencias negativas vividas en el ámbito laboral es la que puede conducirnos a esta problemática situación. Este proceso nos hace caer por una pendiente anímica pasando, sin apenas tomar consciencia de ello, de darlo todo a resignarnos y esperar con autentico anhelo a que suene la sirena para salir a la carrera de nuestro puesto de trabajo rumbo a nuestra otra vida.
Este proceso suele ir profundizando la zanja entre lo que fuimos cuando llegamos cargados de ilusión a la empresa y lo que somos, brecha que cada vez es más complicado cerrar, dado que necesitamos generar en nosotros mismos un nivel de satisfacción mayor al nivel de decepción que sufrimos, para que nos compense a volver implicarnos.
Cuanto más hayamos caído por la pendiente, más difícil nos será volver atrás ascendiendo por el camino recorrido y más necesitaremos del apoyo de nuestra familia, amigo e incluso profesional. La ascensión será dura y todos los piolets, clavos y demás material de escalada serán pocos para llegar a la cumbre.
Aquí tu grado de resilencia será fundamental para conseguir levantar el vuelo. Si lo conseguimos, implicándonos, derribando los fantasmas que aparecieron en nuestra vida, y volviendo al estado optimo de implicación laboral, esto repercutirá de manera fundamental en nuestra felicidad, en nuestra vida.
Volver a ascender por la pendiente es posible, hay mucha gente que lo ha hecho y es una cuestión de actitud, de querer recuperar el trono que nos pertenece, este proceso de superación repercutirá de forma muy positiva en nuestra vida.
Es cierto, que todos tenemos “nuestra verdad”, pero recuerda que todo depende de las gafas que uses para ver la realidad… ¡ponte las buenas!
¿Me permites una petición? Por favor, no te “despidas” ¡eres demasiado importante!
¡Que tengas buen día!
NOTA.- Si quieres profundizar sobre el tema, te recomiendo “El despido interior” de Lofti El-Ghandouri.