El azar no es buen compañero de viaje, debemos tener claro que para mejorar nuestra travesía vital, debemos intentar mejorar al máximo nuestra forma de encarar la vida. ¿Y cual es uno de esos pilares fundamentales para alcanzarla ese éxito feliz? En mi opinión el tener una clara filosofía propia de vida.
Y digo propia pues hoy en día lo fácil es copiar, y hemos de tener en cuenta que lo que sirve para otros quizás no sea lo más adecuado para uno.
Sin ese “hábito de conducta vital” es fácil que en muchas ocasiones tomemos decisiones porque otros lo han hecho, dado que nos será más fácil ante la vacilación, ir por el camino marcado por otros, “¿dónde va Vicente? dónde va la gente…” que coger el camino que le sienta mejor a nuestro desarrollo interior, por complicado que nos pueda parecer. Debemos alinear nuestra filosofía con nuestro propósito de vida, y por ende las acciones que vivimos a diario deben encajar con este propósito.
El mundo está abarrotado de individuos cuyas decisiones más parecen tomadas para destruir que para crear un camino hacia el éxito, esto es debido a una ausencia de filosofía vital, a una improvisación brutal… a un cortoplacismo que nos hace fijarnos en los próximos pasos a dar y no en tener una amplia visión del camino a recorrer.
Os recuerdo amigos y amigas mías que la vida, si la equiparamos a términos deportivos, es una tremenda y apasionada maratón, y muchas veces tendemos a prepararla y correrla como si fuesen los cien metros lisos, algo que provoca que la vivamos a contrapié, sin fuelle, multitud de lesiones y sin saber nunca la distancia que nos falta por recorrer para alcanzar nuestra meta.
Si desarrollamos una potente filosofía, seremos capaces tomar decisiones solidas, de fijar metas ambiciosas y realistas y prioridades con sentido común. El tener una filosofía poderosa, nos permitirá visualizar antes de empezar el acoso a un objetivo el resultado del mismo, lo que nos ayudará a alcanzarlo trabajando de una manera más sensata y racional. Esto debemos aderezarlo con hacer cosas diferentes, innovando en nuestra vida, en la de los demás.
Tener una buena filosofía no es únicamente cuestión de planificarla, sino de prepararse y formarse, agregando conocimientos a nuestra cabecita para poder acometer con mayores garantías de éxito el reto de vivir de una forma que se acople a nosotros como si fuera un traje a medida, y eso requiere esfuerzo.
Debemos alinear nuestra filosofía con nuestro propósito de vida, y por ende las acciones que vivimos a diario deben encajar con este propósito.
Recuerda siempre la afortunada frase de Jim Rohn “la motivación nos impulsa a comenzar y el hábito nos permite continuar”, luego ¡empecemos!¡Creemos nuestra propia filosofía de vida!¡Tengamos personalidad!
¡Te deseo tengas un feliz día por delante!
Una filosofía personal basada en elementos que van más allá de lo físico y material, como la motivación, la constancia, la paciencia, la confianza, el desarrollo de la voluntad, la bondad…
Realiza tu propia filosofía de vida!
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Saludos y felicitaciones por la página!