3, 2, 1. Abre los ojos…… y despierta. ¡Ya!

3, 2, 1. Abre los ojos...... y despierta. ¡Ya!
La mayoría de nosotros nos pasamos la mayor parte del día dormidos y me refiero a las horas de vigilia. ¡Que es lo chungo!

 

Vamos como robots corriendo de acá para allá, como si la vida nos fuera en ello. ¡Lo malo es que yendo de esa manera sí se nos va!. Hace tiempo le cojí el gusto a pararme de golpe allí donde esté cuando más acelerado me encuentro y me pregunto a mí mismo: ¿Pero a donde voy yo con tanta prisa?.

 

Recuerdo que en una ocasión por las prisas casi me mato en un accidente de coche y todo por que tenía una reunión con un cliente importante que andaba un tanto enfadado y al que no quería enfadar más llegando tarde. Me podía haber matado o quedado parapléjico, y lo peor es que le hubiese importado más bien poco a mi cliente. De hecho el no me había exigido las prisas que yo me había autoimpuesto.

 

Cuando me recuperé del susto y me di cuenta, aquel día en ese preciso instante me volví consciente y desperté. En ese momento me llamé de todo y puse cada cosa en su sitio.

 

Pasé unos días algo más consciente que de costumbre, pero al poco regresé de vuelta a la misma dinámica, aunque no exactamente a la misma. Desde entonces me obligo cada día a recordarme que he de mantenerme despierto, ser consciente de cada segundo de mi tiempo, de como encarar la vida, de cada toma de decisión, de cada momento, de recordarme mi escala de valores, prioridades y creencias.
Sobre todo me empecé a acostumbrar, en situaciones en que me veo acelerado, con prisas, irreflexivo o como un automata a hacerme la siguiente pregunta: ¿Y esto para qué?. Esta es la pregunta clave que nos ayudará a volvernos conscientes de nuestra realidad y a no desviarnos de nuestros objetivos.

 

El volverse consciente o más consciente suele pasarle a la gente tras vivir circunstancias traumáticas. Es como si «alguien» nos diese un toque de atención para que paremos un poquito el ritmo y recapacitemos sobre nuestra vida. En mi caso tan sólo fue un susto. Pero yo te digo, no esperes a tener que vivir este tipo de circunstancias para despertar. No es necesario.

 

Ser consciente supone saber, conocer que es lo ocurre en nosotros y en nuestro entorno y como este nos afecta. Es darse cuenta de como son las cosas, de como funcionan, de los por qués, para qués, cuandos y dondes.

 

La mayoría de la gente se limita a reaccionar ante los estímulos percibidos, no saben por qué , no son conscientes. No saben como funcionan sus mentes, se limitan a reaccionar sin querer saber más, sin controlar sus vidas. Dejando de vivirlas en plenitud. Arrastrándose muchos de ellos como si soportasen una enorme losa sobre sus espaldas sin saber que la solución a todos sus problemas está dentro de ellos. Solo tienen que parar un poquito y volverse conscientes.

¿Y como se vuelve uno consciente?.

Yo sólo conozco una manera. Mirando en tu interior, haciéndote preguntas claras, directas y atrevidas a ti mismo, y escuchándote tranquilo y sin miedo. Analizando tus reacciones, tus pensamientos y tus creencias. Y sobre todo no te engañes. Se sincero contigo mismo.

 

¿Por qué me pongo furioso cada vez que ocurre esto o aquello?. ¿Por qué pienso que no puedo evitar saltar cada vez que sucede lo mismo? ¿Que es lo que me molesta de esta situación?…….

¿ A qué tengo miedo? ¿Y por qué lo tengo?

Saca a la luz todo lo que lleves dentro, tus problemas, tus miedos. Cuando los sacas a la luz, se ven las cosas de otra manera, se ven nítidas, y en su justa medida que suele ser siempre mucho más pequeña que la que le habíamos adjudicado, llegando en muchos casos a desaparecer. Sin más.

 

Ser consciente de nosotros mismos, de las cosas que nos mueven, que nos motivan y nos inspiran y ser conscientes de que podemos manejar las circunstancias y la manera de percibirlas a nuestro favor, son ingredientes básicos, fundamentales e indispensables para cualquier éxito que queramos alcanzar.

«Nada tiene ni puede tener el hombre si no tiene primero el dominio de sí mimo».

3, 2, 1 Despierta. ¡Ya!

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Enrique Miralda

Tipo muy normal con la obsesión muy obsesiva de estar en paz. De Madrid de toda la vida. Ya con años, pero con alma de chaval. Trabajo en esa cosa rara llamada internet, intentando ayudar a mis clientes a optimizar su negocio en la red.

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