Permíteme que te presente la llave de la felicidad, se llama Perdón. Pero déjame que te hable de él porque en principio no es el perdón que ya conocemos la mayoría, al que yo me refiero es al verdadero perdón. No son lo mismo.
El perdón que la mayoría conoce es aquel que demuestra cuan generosos somos para con los demás cuando estos nos hacen alguna ofensa o agravio. Normalmente es un «te perdono pero no olvido».
Es solo un perdonar acciones de otras personas que creemos que nos han hecho daño, y si nos piden perdón de la manera e insistencia adecuada y pasado el tiempo reglamentario pues vamos y «generosamente» les perdonamos, pero solo una o dos veces, pues a la tercera no hay perdón que valga. Los eliminamos de nuestra vida y punto pelota.
Yo me refiero al perdón que es sinónimo de «pasar por alto», al perdón que perdona personas, situaciones, hechos y sobre todo nuestros pensamientos, aquellos que nos hacen daño. Me refiero al perdón que entiende que en verdad no hay nada que perdonar, pues sea lo que fuere carece de ninguna importancia en comparacion con el poder perder nuestra paz y felicidad interior. Me refiero al perdón de quien sabe que no puede ser ofendido ni dañado. Me refiero al perdón del que se niega a otra cosa que no sea ser feliz y estar en paz.
Te voy a poner un ejemplo, el de mi querida amiga Ana. Anita, como la llamo a veces es alguien muy especial, esta llena de vida y alegría, verla para mi es un chute de buen rollito. Pues hace unos días yendo con su recién comprada moto por el centro de Madrid un coche decidió pasar por encima de ella para hacer un giro tardío y no paró a socorrerla. Ana se fue al suelo y ahora está en el hospital con quemaduras varias, inmovilizada con las dos piernas escayoladas y una mano en plan garfio.
Bien, el caso de Ana es que se la ve radiante, feliz y lo más asombroso te diré es que ni una sola vez a mencionado al conductor del coche causante de su accidente y que no paró a socorrerla. Ni una sola palabra de rabia, frustración, insulto…nada. Ese es el perdón. Anita no tiene tiempo para perder su paz y su felicidad, de manera que ha perdonado, es decir, ha pasado por alto ese detalle. Y sigue adelante con su paz y su alegría. Es una bendición para todos los que tenemos la suerte de estar a su lado.
Otros, estarían pensando en como poder localizar «al capullo ese», estarían enrabietados pensando como puede existir gente así, capaz de pasar por encima de uno con tal de hacer un giro estupido en una glorieta, de no pararse a socorrer a un herido. Estaríamos llenos de furia, sufriendo por dentro, doloridos, cabreados e indignados. Habríamos perdido absolutamente la paz y la alegría interior, además de estar postrados en la cama de un hospital.
El otro día el médico le dijo a Ana que con el ánimo tan bueno que tenía no le quedaba otra que darle el alta.
Mira, yo creo que el éxito, la paz y la alegría está en el interior de todos nosotros, el problema es que le hemos echado un montón de cosas encimas que no nos dejan darnos cuenta de que están ahí, en nosotros. Pero hay algunos que han conseguido quitarse el lastre y están en paz consigo mismos y con el mundo, cuando tienes esta sensación te niegas a perderla, sabes que ha de estar contigo para siempre y así lo deseas y así ha de ser, no dejas que nada ajeno a ti te la quite ni la perturbe, como en el caso de Ana.
Estamos llenos de ideas muertas, pensamientos efímeros, miedos pueriles y metas absurdas que llenan nuestro día a día. A esta suma de pensamientos absurdos se le llama ego, que es con lo que confundimos nuestra identidad, pero que no somos nosotros. Todas estas cosas no son más que pensamientos e ideas erróneas aprendidas del pasado que nos impiden ver el interior de nosotros. Pero la buena noticia es que no tiene porque ser así.
Se trata de que cada vez que tengas un pensamiento que no te haga sentir bien, simplemente lo deseches y lo dejes pasar por tu mente sin hacerle más caso. Parece sencillo, ¿no?
Tu me dirás que como vas a poder hacer eso, si tienes este problema y este otro y lo de mas allá. Yo te digo, que las situaciones de tu vida que ya están ahí, ahí están, pero no tienen por que causarte mas daño en tu mente pensando negativa e insistentemente una y otra vez sobre ellas. De hecho jamás podrás resolver un problema hasta que dejes de darle vueltas y de pensar en él. Es entonces cuando te vendrá la solución a tu linda cabecita. Así de fácil. Así de sencillo.
Mi amigo Enrique, siempre dice y con toda la razón del mundo que si un problema tiene solución, ¿para qué preocuparse? y si no la tiene, ¿para qué preocuparse?. Dios nos de sabiduría para discernir entre ambos tipos de problema.
Una cosa son la cosas que te suceden y otra muy distinta es como tu decides sentirlas en ti. Tómate tu tiempo para ver con claridad aquello que perturba tu paz y date cuenta de que nada tiene el poder de hacerlo. Ya sé que si no tienes práctica llevará su tiempo perdonar (pasar por alto) todo aquello que perturbe tu paz, pero fortalece esta idea en ti pues es la clave de todo lo bueno que puedas desear en este mundo extraño.
Te recuerdo por si lo olvidaste que tu no eres tus pensamientos, ni tu mente, y tu puedes dejar pasar por alto (perdonar) los pensamientos que no te hacen bien y asi no perder tu paz interior.
Lo dicho, que tu voluntad primero que nada sea ser feliz y estar en paz.