Aún pensamos que la suerte existe. Pensamos que algunos están llenos de la buena y otros de la mala. Aun juzgamos a la ligera las cosas que suceden, sin ninguna perspectiva, sin ninguna reflexión y emitimos juicio sumarísimo de manera apresurada sobre todo lo que nos pasa en la vida.
De un tiempo a esta parte me pregunto que necesidad tenemos de etiquetar las cosas como buenas o como malas. ¿Por qué nos da por hacer esto? Las cosas simplemente son. Sin más. Debemos aprender a no dejarnos engañar por las apariencias ni por las opiniones de los demás, ni por sus experiencias, ni por las nuestras ya pasadas, ni por el juicio que se emitió entonces.
Una vez me contaron que lo mejor que le pudo pasar en la vida a un conocido fue tener un accidente que le dejo postrado en silla de ruedas. Cuando le preguntaron como podía decir eso contaba que siempre estuvo enamorado de una vecina suya a la que jamás se atrevió a decir nada. Pasados los años tras el accidente fue ingresado en el hospital donde la enfermera que le atendió era aquella vecina de la nunca dejó de estar enamorado. Gracias a aquel encuentro se casaron, tuvieron familia y fueron felices. Si no hubiera habido accidente no hubiera ocurrido.
La suerte no existe. Nada existe en mi opinión en este mundo fruto del azar. Todo tiene un por que y lo mas importante, un para que.
Prueba a no juzgar nada durante un día. Prueba a aceptar las cosas tal como suceden sin emitir juicio ninguno sobre ellas. Prueba a pensar que todo cuanto sucede tiene un para qué y que es siempre para algo bueno.
Las cosas suceden cuando estamos preparados para que sucedan y para que podamos aprovechar el beneficio que nos vayan aportar. Por eso si quieres que sucedan ciertas cosas has de prepararte y estar listo para ellas. Has de estar preparado. Han de darse las condiciones. Has de acondicionarte tú mismo para que cuando lleguen den su fruto.
El sol sale para todos y cuando llueve también llueve para todos. Si quieres sembrar trigo, y aprovecharte del agua de la lluvia, deberás tener el campo bien preparado para ello. Has debido preparar la tierra, removerla, abonarla y sembrarla de buena semilla para que cuando llueva, este agua de su fruto.
Cuentan un chiste de un catalán, que todas las mañanas antes de empezar el trabajo se arrodillaba ante su santo favorito y le pedía desesperadamente que le tocase la lotería, hasta que un día, le oyó decir al santo; «Sí hijo sí, pero al menos compra el billete».
Si no compras el billete, no te podrá tocar. Si no siembras por mucho que llueva nada recogerás.
Es mala suerte que no consigas un trabajo porque te pidieron ingles. ¿Has pensado en ponerte a estudiarlo?
Tu novia te ha dejado, ¿la diste la suficiente atención?
Las cosas que pasan parecen ajenas a nuestra voluntad, pero yo pienso, que nada en verdad sucede ajeno a nuestro voluntad, sea consciente o inconsciente, y somos nosotros de una manera u otra quienes hacemos que las cosas pasen. El tema es que algunos creen que para aprender ciertas cosas hay que sufrir y pasarla mal, pero no tiene por que ser así.
Sin darse cuenta se empeñan en hacerse daño a si mimos, con sus pensamientos, con sus comportamientos, con sus actitudes y con sus creencias, de manera que crean circunstancias nocivas para ellos mismos. Y esto seguirá pasando hasta que entiendan que no tiene porque ser así. No tienen que hacerse daño, no sirve para nada bueno. Y al final descubrirán que lo primero de todo es quererse a si mismos y entonces su suerte cambiará.
Recuerda pues, prepararte a ti mismo para aprovechar las circunstancias, quererte de verdad para desearte y saberte merecedor de todas las cosas buenas, no juzgar las apariencias tan apresuradamente y sobre todo decide de una vez por todas no hacerte más daño y ser feliz.