“¿Resiliencia? ¡Habrás dicho resistencia!” Me corrigió un amigo mientras charlábamos del amor, la vida y por supuesto sobre el éxito y la felicidad.
“No, he dicho resilencia”, apunté de nuevo.
¿De que estamos hablando?
Podríamos definir este término que procede del latín, como la habilidad para encajar, resistir y superar la adversidad y dentro de este concepto se debe incluir la facilidad que tenemos para ser flexibles y adaptables ante los acontecimientos que nos depara la vida.
De otra forma podríamos decir que es la capacidad para construirse un caparazón positivo en un entorno complicado. Dicen que los habitantes de los países desarrollados soportan de media en su vida, al menos dos fuertes adversidades que afectan duramente a su integridad física y/o mental, de esta forma la resilencia va creciendo, alimentándose de las experiencias vividas.
Esta buena amiga va por barrios, en los países anglosajones como EE.UU. es algo que se potencia, se engrandece por parte de la sociedad. Los países latinos por ejemplo suelen tener un menor grado de resistencia, la resignación suele llevarse el gato al agua.
¿Qué es lo que debes tener si quieres ser un tipo resilente?
En primer lugar tener buenas conexiones afectivas, sentirte querido y querer a los demás te sitúa un peldaño por encima de los que están o se sienten solos en la vida. Esto te ayuda a continuar en la batalla pues alguien te está esperando en casa, hay que tener motivos por los que vivir, y dentro de estos podemos incluir tener un fuerte propósito en la vida, una misión moral que nos haga seguir adelante.
A esto hay que sumarle otra característica, como la de ser una persona que tome decisiones, ejecutando nuestra vida de forma proactiva, sin dejar que las creencias ya asentadas en nuestro interior nos dominen.
Hay que cuestionarse de forma continua los dogmas que nos dicen “ríndete” o “no es posible” : ¿y por qué no?
Otros de los abanderados de esta forma de actuar, serían la autoestima y el pensamiento positivo, incluyendo dentro de este último la idea de que la suerte está de nuestra aliada, y nunca al contrario, así como un extraordinario sentido del humor para reírnos de los “tropezones” que suframos.
Los sentimientos afectan en gran medida al nivel de nuestro deposito de resilencia, cuando por ejemplo la mezclamos con el sentimiento de culpa, esta se ve menguada en sus fuerzas, luego para luchar y volvernos a levantar, debemos quitar de nuestro entorno ese sentimiento negativo que nos está torpedeando desde nuestro interior.
Esta virtud es fundamental para triunfar en cualquier aspecto de nuestra vida y debería ser fomentada desde nuestra más tierna infancia, es importante que los niños aprendan técnicas y costumbres que les facilite la adquisición de este hábito. De esa forma encontraran un fiel compañero de viaje en ellos mismos y será más complicado que las zancadillas de la vida los “tumbe”. No obstante, como dice un proverbio africano “la educación de un niño es labor de toda la tribu” así que si tienes niños cerca ¡ponte manos a la obra!
Un dato a nuestro favor, el ser humano es resiliente por naturaleza, y otro aún mejor para todas vosotras… las mujeres lo sois más ¡lo siento caballeros pero esto es así! No obstante debemos tener claro que la resiliencia se puede adquirir, solo es cuestión de ¡proponérnoslo firmemente!
“la educación de un niño es labor de toda la tribu” #proverbioafricano - ¡Compártelo!
¡Que tengas un buen día!